La historia de Mrs. Miau
Hola, me llamo Mrs. Miau, viuda de Angora-briel.
Como verán, no soy Angora, pero mi esposo sí lo fue. ¡Miauuuu! Prrr.... ya no me hagan recordarlo...
¡snif!
Por esa misma razón escribo esta carta de agradecimiento, porque, de estarla ya leyendo tú, quiere decir que entonces
debo ponerme feliz, pues ¡has adoptado a toda mi familia!
Pero... permíteme contarte parte de mi vida.
Cuando Angora-briel JR III y yo nos conocimos al pie de un enorme y precioso ditirambo del jardín de
la propiedad donde él vivían, me dijo “... Miau... quiero estar siempre a tu lado para que entre
los dos formemos una familia y vivamos felices en el cobertizo de la Mansión Strawberry, aquí en Inglewood, Gran Bretaña.
y.... ¡Que Dios salve a la Reina, rediez!.
Yo... por supuesto... ¡acepté! Y, al día siguiente nos casamos.
Ya éramos dos maduros felinos de 9 meses de edad, y teníamos que “sentar cabeza”.
Tú sabes, en años humanos, 9 meses ya son muchos para nuestros años felinos. Así que, ¡imagínate yo!, siendo una felina,
no puedo pasarme la vida quitando los meses de edad a cada rato (en la actualidad tengo 3 años), mucho menos teniendo 9 vidas.
Eso – ¡snif! - eso fue lo que precisamente vino a hacernos triste la vida a Angora-briel y a mi,
pues... mi ¡esposo se quitaba la edad! Y de las 9 vidas que él tenía, ¡miau y remiau! ¡era la última de su existencia!
Ya se había gastado 8. Y, su última vida estaba por írsele.
Fue durante una noche de luna.
Su luz plata volvía pardos a todos los felinos durante la reunión mensual en la que todos los gatos de las residencias
vecinas charlábamos sobre asuntos del rumbo, cuando, durante la clausura de la junta, un “zapato perdido”
pegó a mi amado esposo y lo hizo caer de la barda donde todos nos encontrábamos cantando a la luna.
Cuando lo encontré, del otro lado de la pared de la cual cayó, con su último aliento me confesó la verdad. Es la misma
que te comparto párrafos arriba.
Fue muy dolorosa su desaparición.
Le hicimos sus funerales, y durante 9 noches seguidas maullamos en su honor (por fortuna, esas noches nunca hubo “zapatos
perdidos”).
Vivimos felices y contentos el tiempo que tuvo vida mi esposo. Pero... ¡imagínate quedar viuda y con hijas grandes y
nietos que cuidar!
Así es.
¿Tú crees que mi familia, la que has adoptado son todos hijos e hijas mías!
En sentido figurado lo son, porque son de mi sangre y la de Angora-briel, pero en sentido estricto,
ellos y ellas son mis hijas y sus hijos.
¡Te das cuenta? ¡Soy Abuela!
Ahora bien, quiero presentarte a cada uno de mi nietos.
En el interior del bolsillo derecho de mi falda, y quien apenas asoma su cabeza, es Weldon. En mi regazo
tengo a Piotr, es el que está saludándolos con las patitas en alto.
Sobre las piernas de Julia – mi hija y quien tengo a mi izquierda – está Lucero.
Estos tres nietitos son hijos de esta hija mía la mayor.
Por último, está Geraldin, la más pequeña. Se sienta en las piernas de su mami, es decir, hija mía también.,
y que Angora-briel y yo bautizamos como Constanza.
De mis yernos no quiero hablar mucho. Ellos nos llevaron a la ruina.
Mi esposo era un gato acaudalado al morir; y, advirtiendo eso, los esposos de mis hijas se auto nombraron administradores
de los bienes.
Al derrocharla, quedamos sin patrimonio. De aquellos truhanes no supimos más.
Abandonaron a sus hijos y esposa. Y para colmo, nuestro dueño, amo de la Mansiòn Strawberry, (allá en Inglewood, Gran
Bretaña. y.... ¡Que Dios salve a la Reina, re- rediez!), nos sacó de su propiedad.
El amo de la mansión nunca superó el dolor que le había producido la pérdida de Angora-briel.
Además, las reminiscencias de ese gran gato Angora podía verse en sus nietas Lucero y Geraldine
(si te das cuenta, son distintos en color los bigotitos a los de Weldon y Piotr)... total,
que al amo le recordaban mucho a su gato fallecido.
No obstante esta historia - que pareciera ser algo triste -, cambió a nuestra llegada a América.
Venimos a probar fortuna.
Abordamos un avión en un aeropuerto británico donde estuvimos trabajando como “asustadoras de ratones” de
las bodegas de una empresa que se llama UPS, y... pues... nos hicieron llegar a un sitio que se llama Garros
Centro Cultural, y a Garros Bazar Artístico Temático, Todo en Gatos.
Ahí nos presentaron a una personas quien habla el lenguaje felino.
Se llama Joel Nava Polina, el escritor que nos ayudó como interprete a poner en letras esto que puedes leer
en lenguaje humano.
El nos ayuda a encontrar hogar con personas que adoran a los gatitos.
Nos dijo que nos pusiéramos lindas - no obstante nuestros vestidos son humildes -, pero siempre limpios., y que estuviéramos
alegres porque pronto encontraríamos un hogar.
Hoy, ¡lo tenemos, gracias a ti!
¡Ah!, y por favor, te pido tengas en mente algo... si un día quieres compartir las nuevas historias que viviremos de
hoy en adelante a lado tuyo, te pido se las envíes a este escritor traductor, a la siguiente dirección de correo electrónico:
joenavapolina@yahoo.com.mx
Se pondrá muy contento si le envías fotos de nosotros y las historias que quieras compartir para publicarlas en la página
de Internet de
Garros, Bazar Artístico Temático, Todo en Gatos, y Garros Centro Cultural: http://garroscc.tripod.com
Vamos a quererte mucho. Cuídanos.
Ya somos parte de tu familia. Gracias por adoptarnos.