Estrellas ojos de
gato
Del cielo nocturno, sabemos que cuando hay poca luz, y las nubes están acurrucadas en
un lugar donde duermen - y por eso no están a la vista -, hay estrellas que titilan y relumbran en el firmamento.
Sin embargo, esto no siempre fue así.
Antes sólo había negrura. Todo era oscuro.
La gente y los animales del planeta estaban acostumbrados a que sólo la luz de la luna
guiara con su plateada luz los caminos de noche.
Una noche, pensando en ello, un gato muy sabio decidió hacer un pacto con el cielo:
“Mis ojos permiten que la oscuridad sea más clara que la de muchos animales y personas
de la Tierra.
“Quiero por eso, ayudar a que ellos, por la noche tengan la oportunidad de que
puedan ver, pues no siempre la luna refleja su luz sobre el planeta.
“Hay nubes que, por las noches salen a jugar ente ellas, y tapan los rayos lunares,
y, entonces, la oscuridad es total.
“Mis amigos que nos son gatos nos piden a todos nosotros que sí lo somos, a que
los guiemos en esas días, y... la verdad es algo muy extenuante.
“Nuestras colitas se han alargado mucho y no queremos que crezcan más, debido a
que animales y humanos las tomas por la punta para que nosotros los guiemos y no caigan mientras andan.
“Hagamos un trato, querido y admirado cielo.”
- Te escucho – respondió éste con mucho agrado.
Feliz ante la respuesta que dio el firmamento, el gato le sugirió:
- Llévame hacia ti esta noche y haré que el cielo tenga luces.
Así, no obstante la luna sea tapada por las nubes que tienen derecho a salir por la noche
a jugar, habrá otra fuente de luz que los seres del planeta podrán usar para guiarse entre la oscuridad.
De esta manera, también nosotros los gatos podremos descansar de ser guías en la oscuridad;
y , claro, nuestras colitas dejarán de crecer, ¡antes que se vuelvan más larga que nuestro propio cuerpo!
Al cielo le gustó lo que escuchó, pues la propuesta era buena. Pero, además, se sintió
contento porque entonces el cielo nocturno tendría la posibilidad de tener un atractivo más lindo que sólo la basta oscuridad.
Las horas pasaron y la noche llegó. El gato estaba ya preparado para su viaje.
De esta manera, y como si el gato perdiera poco a poco peso, comenzó a flotar en el aire
como una pluma de pájaro hasta... ¡ser elevado muy por encima de las copas de los árboles!
Estando a una distancia donde ya no alcanzaba a ver la punta de los árboles, el gato
le pidió al cielo que detuviera su ascenso.
El Gato entonces hizo un movimiento muy curioso.
Lamió sus manitas, y con ellas su carita. Y, cuando llegó a los párpados, que mantenía
cerrados para no arañárselos con sus uñas, lanzó hacia atrás, hacia arriba, abajo y hacia delante, un polvito plateado, dorado,
azul y rojo que comenzó a esparcirse por todo el cielo de noche y se fue repartiendo en distintos lugares.
Eso era, nada menos que “esencia de ojos felinos”.
Una sustancia con la que todos los gatos nacen, y que les permite ver en la oscuridad.
El gato estuvo por mucho tiempo haciendo este ejercicio hasta que... la noche decidió
que era hora de permitirle al día volver a que el sol se pusiera.
Antes que eso ocurriera, el gatito fue ganando peso, y poco a poco bajó del cielo.
Entonces, la noche y el gato se despidieron y fueron a dormir.
Durante el día, las cosas se sucedieron como siempre. Los pájaros cantaban, las abejas
iban de flor en flor recolectando néctar, los humanos trabajaban y los animalitos de todo el planeta hacían sus actividades
cotidianas.
Luego entonces, al acercarse el tiempo en que la noche tenía que volver, ¡ocurrió algo
sorprendente!:
En el cielo, fue pintándose de estrellas titilantes y muy brillantes.
El manto oscuro que antes se percibía, estaba salpicado de lucecitas, y si bien no eran
muy fuertes en intensidad, entre todas lograban que la noche ya no fuera lo que antes había sido: un hoyo negro que provocaba
miedo.
Desde entonces, las noche han dejado de ser tan oscuras. Todo ello, gracias a que un
gato compartió su magia.
Y sabes... es muy fácil demostrar lo que te cuento en esta historia.
Si tienes cerca un gato, mira sus ojos. Descubrirás que en su interior hay infinidad
de destellos de muchos colores, como los que las estrellas de noche pueden ser vistos.
Ah, pero ten cuidado, nunca se te ocurra tocar los ojos de un gato.
Si lo haces, las estrellas podrían desaparecer.
Cuídalos mucho.
El pacto entre el cielo y los gatos fue que, ellos saldrán de noche, no siempre, para
restregar su carita y luego sus ojos para mandar al cielo, de vez en cuando, más estrellas y que el cielo de noche no apague
sus luces.
Como recordatorio de esto, también te darás cuenta de algo muy importante:
Los gatos cuando caminan enroscan sus colitas.
Esto, es un recordatorio para que los humanos sepan que han dejado de ser los guías en
la oscuridad, y también así, evitan que sus colitas sigan creciendo.
Esta es la historia.
Recuérdala y compártela y siempre que puedas.