VISTA
Roxana Elvridge-Thomas
Si logras que un gato te mire
a los ojos
y miras muy fijo en los suyos
y sientes que el oscuro ronroneo
pasa a tu cuerpo
y vibra cuando respiras
y ves que no es confuso,
sino parte de tu piel y tu
mirada.
Y ves más fijamente
y los colores de su iris van
cambiando
y brillan. Pero en el centro
la pupila, alargada, crece
y se entreabre
y te muestra
sus jardines, los rumores que
lo inundan,
los pliegues pequeñitos de
las cosas
que son grandes y flexibles
y misteriosos
y te llevan a otros mundos,
con colores y sonidos
y sensaciones que no sabías
que existían.
Pero si te asustas
y cierras los ojos,
pierdes el mirar fijo y el
ronroneo.
Y él parpadea
y se cierra esa puerta
hasta que vuelvas a lograr
que un gato te mire a los ojos
y mires muy fijo en los suyos.